Cabecera

Cuando todo el mundo está loco ser cuerdo es una locura

Paúl Samuelson



En esta casa se celebran los “No cumpleaños”; se vuela sin alas; se deja todo el poder en manos de la imaginación; se permite pasear desnudos a los corazones; el sentido común se aparca en el garaje; se cree posible un mundo diferente y se maldice a todos los dioses, estados y patrones.

Entra sin miedo…. estás en tu manicomio…. quiero decir… en tu casa. Lo peor que te puede pasar es que salgas menos chiflado de lo que entraste….

martes, 21 de diciembre de 2010

NAVIDAAAAD, NAVIDAAAD.....




Me encanta la Navidad. Es una cruel paradoja que albergo en mi interior desde niña.
Soy atea, anticonsumista, nada tradicionalista.... y sin embargo adoro el brillo de las bolas y las luces, los coloridos espumillones, los regalitos, el empalagoseo de esas fechas. No puedo evitarlo, soy así de dulzona y me dejo llevar por los buenos recuerdos infantiles que estos días me traen a la cabeza.

Pero nunca se me ocurriría ir a casa de mi vecina y llenarle el salón de cintas y luces a la fuerza. Eso es lo que todavía ocurre en la mayoría de los "aconfesionales" colegios públicos, que hacen celebrar a la fuerza a niños y mayores una fiesta religiosa que debería ser restrictiva del ámbito familiar y o particular.

Teatros montados por alumnos con temas religiosos, belenes vivientes en las clases, villancicos y adornos por todos los espacios del colegio, felicitaciones de parte de todo el colectivo sin contar con el permiso de él al completo..... Alumnos/as y progenitores envueltos a la fuerza en todo un festejo religioso.

En fin que, un año más, la religión debería de quedarse en su casa y dejar a las escuelas que, si quieren celebrar algo, sea la entrada del invierno, o la salida del otoño, o el fin del primer torturante trimestre, o la entrada de un nuevo año, o el día de los muñecos de nieve....

CUENTO




Había una vez un pueblo lejano, muy lejano, donde todos vivían felices, muy felices.
Todos podían ver futbol a diario, escuchar las aventuras amorosas de los famosos, hablar de moda y comprar perfumes en Navidad. La libertad viajaba dentro de los Audis y la solidaridad y la conciencia molestaban lo menos posible.
Un día los reyes y ministros de aquel feliz pueblo, después de dejar las arcas limpias con la construcción de tantos castillos, banquetes y bailes, decidieron sacar un poco más de jugo a sus habitantes y les obligaron a trabajar más años para cobrar una miseria de viejos; dejaron sin trabajo a unos; les bajaron el sueldo a otros; les subieron la luz; los impuestos; suspendieron los subsidios; amordazaron la libertad de expresión digital; sacaron al ejército a resolver problemas....
Y fue entonces cuando.... no pasó nada de nada. El pueblo celebró el aumento de la emisión de partidos de futbol por la tele y criticó el vestido de novia de la nueva princesa.
Y colorín colorado este cuento no se ha acabado.   FIN.

miércoles, 15 de diciembre de 2010

ESTRELLAS NEGRAS

APLAUDIENDO A LOS CONTROLADORES

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Lástima que finalmente los controladores se hayan plegado ante la presión de la envidiosa opinión pública y la intolerable declaración del estado de alarma por parte del gobierno (un gobierno "socialista", manda narices).
Por lo visto hay que recordar que, en el mundo laboral, la vida es una guerra, y el que más puede aplica sus condiciones al otro. Cuando el dueño de la empresa tiene la fuerza (o sea casi siempre) los trabajadores debemos tragar innumerables abusos un día sí y otro también. Cuando, a través de la huelga o del boicot, los trabajadores tenemos una capacidad de presión mayor, pues mejoramos nuestras condiciones laborales.
Afortunadamente para este gremio ellos han tenido siempre una gran capacidad de presión (por el tipo de trabajo que desarrollan) y sus condiciones laborales son excelentes, algo que nos encantaría tener a todos/as, sólo que no tenemos su misma capacidad de condicionamiento... ni los santos ovarios de plantarnos todos a una.
Y que no me vengan con la historieta del perjuicio al usuario y bla, bla, bla... en una huelga se molesta, y más cuanto más eficaz es ésta (sólo hay que recordar las huelgas salvajes de principios de siglo, cuando todavía éstas no se habían domesticado y perdido su valor y fuerza para conseguir algo); y lo mismo que la huelga era una herramienta de lucha de los trabajadores en esa guerra entre ellos y los que compran su fuerza y tiempo, también lo es el boicot; y ojalá pudieramos o nos atrevieramos a practicarlo todos/as (otro gallo nos cantaría).
Así que aplaudo a los controladores por conseguir condiciones laborales que ya quisieramos los demás, moleste a quien moleste (añadiendo que ni siquiera eran servicios básicos e imprescindibles los alterados).
Y desde aquí envío una patada a un gobierno que no ha tenido mejor ocurrencia que decretar nada menos que un estado de alarma para solucionar con los militares un problema civil; esperemos que no decidan sacarlos de nuevo en cuanto haya otra huelga o boicot molesto por parte de cualquiera.
Lo único que demuestra esto es que jamás iban a permitirnos ganar a los trabajadores ninguna batalla, en cuanto adquirieramos un poco de fuerza nos enviarían al ejercito, como siempre; que sea el partido socialista el que lo haya hecho sólo confirma lo que todos sabemos, que de socialista tiene más bien poco.

lunes, 13 de diciembre de 2010

LA DUCHA - TRES -

Ducha
....El cerebro estaba ya como una cafetera y el día no había hecho más que comenzar. Aquello era una guerra constante. Volverían a llegar tarde al trabajo. Ordenó de mala gaita a los brazos que tiraran con fuerza de las puertas del armario, aunque se rompieran en el intento, y que sacaran de una vez aquel maldito traje azul oscuro. La puerta del armario se echó a temblar y esperó con resignación el tirón final.
Aquello era más de lo que podían soportar las delicadas uñas. Primero dos horas bajo el agua caliente de aquella maldita alcachofa que se empeñaba en lustrarlas cada día, por su bien, y que sólo conseguía ablandarlas y deslucirlas. Y ahora las ponían a escarbar entre la ranura de la puerta sin ningún tipo de comedimiento; con lo finas que eran ellas rebajarlas a semejante labor; decidieron protestar rompiéndose, sin avisar ni nada. Así aprenderían a tratarlas con la consideración que merecían.
Las manos soltaron la madera automáticamente mientras el nervio conducía el dolor a toda velocidad hasta el cerebro, –paaassooooo –repetía con urgencia, apartando todo en su carrera, -paassooooo-;  a la llegada del mensaje la masa gris y fofa que ejercía de coordinador ordenó gritar a la garganta. Los dedos se lanzaron entonces rápidamente hacía el interior de la boca, buscando el consuelo de la saliva, mientras la lengua profería un juramento de forma automática. Las uñas estaban orgullosas de su hazaña; después de tanta guerra matutina, ellas sólitas, insignificantes y olvidadas como estaban por todos, sin valor ninguno -según cotilleaba a menudo nada menos que el inútil del codo izquierdo-, habían conseguido que todos quedaran inmóviles y callados en un santiamén; esperando asustados la reacción del mister, gris y arrugado.

El cerebro ordenó a las manos cerrarse y golpear las puertas del armario en un intento de canalizar la energía producida por el dolor. Y las puertas terminaron por pagar, como muchas otras veces, los platos rotos.
Soltaron entonces el pomo los trajes y el armario se abrió dócil y resignado, mientras las puertas rezongaban acordándose de todos los familiares de los demás, por pelear sin cesar y hacer que fueran ellas, en demasiadas ocasiones, las que terminaran por recibir la reprimenda. Las manos también protestaban por lo bajo, haciendo saber al armario al completo que también ellas eran víctimas de aquella guerra. –No os quejéis –susurraban- que nosotras tenemos que quedarnos ahora, además de con el golpe, con la lesión en las uñas.
El traje se enfundó en silencio encima de la piel y todos salieron sin rechistar por la puerta de la calle; castigados sin desayunar, una vez más, dada la hora que era ya.

-Parece que hoy vamos muy calladitos a nuestros quehaceres- reían socarrones los charcos de la calle- al ver pasar a la fúnebre y callada comitiva.
Fue uno de los pocos momentos en los que todos estuvieron de acuerdo en algo; ojalá que el cerebro que les había tocado en suerte fuera un poco menos arrugado y gris y ordenara bailar a los pies, sin comedimiento ni vergüenza, encima de los charcos. No por alegría o desinhibición, como habían deseado siempre, sino por venganza, para fastidiar a ese agua, sucio y burlón, que no paraba de carcajearse de ellos desde su suelo de baldosines.
Los ojos fueron los únicos que pudieron responderles con una furibunda mirada....CONTINUARÁ.

domingo, 12 de diciembre de 2010

FACHADAS.




Cuando todo está en venta; cuando las apariencias engañan casi todos los días; cuando los compañeros de armas y camino tapan sus colores con trajes oscuros llenos de corbatas rígidas; cuando hay "buenos" entre el "enemigo" y zombis muertos en vida entre tus filas; cuando quien conoce y predica negro-arcoiris solo otorga gris, mientras quien apenas sabe leer regala calor; cuando casi todo es una fachada, ¿en qué creer?.

viernes, 10 de diciembre de 2010

domingo, 5 de diciembre de 2010

UNA DE LIBROS.

portada
Hacía mucho que no recomendaba un libro, pero éste merece la pena ser recomendado. Es una novela que me ha hecho reir mucho. Una visión del mundo desde unos ojos ácratas; muy diferente de los "pesados" libros de anarquistas a los que estamos acostumbrados.
Fernando Ventura, su autor, demuestra que el humor es la mejor manera de levantar y reventar todo lo  levantable y reventable; de mostrar, con la ironía y la exageración hasta el ridículo, el sinsentido de la sociedad en la que vivimos. Una personalidad, la de Jorge Tapabaste, el protagonista, que rompe moldes, anarquista por irreverente, por su espíritu libre; anarcosindicalista por su preocupación por los abusos del mundo laboral; y graciosa, muy graciosa, por su posición vital enfrentada pero desenfadada, clara y rotunda en su sencillez; rebelde pero irónica..... en fin, una novela que merece la pena leer.
La editorial es el "Grillo Libertario" y puede conseguirse, si han vuelto a editarlo, porque se agotó, a través de un pedido a la editorial por internet.
Aquí os dejo un pedacito de un capítulo, para ir abriendo boca.


...Me dice tan pancho que mis condiciones laborales no las puede cambiar, pero que sí que puede mandarme un tratamiento.
- ¿En qué consiste el tratamiento?.
- En pastillas.
- ¿Las pastillas me ayudarán a superar mi ansiedad?.
- Sí.
- ¿Las pastillas harán que me libre de mis penosas condiciones de trabajo, harán que mi jefe se disuelva, harán que mi madre hable menos y que mi hija desaparezca?.
- No. Las pastillas sólo consiguen - me explica pacientemente-, que asuma de otra manera los hechos, pero los hechos permanecen.
- Ah. ¿Y no sería mejor mandar al diablo al trabajo, a la familia y al sindicato, y no tomar pastillas?.
     Me dice que si hiciera eso probablemente sólo empeoraría las cosas, que lo que debo hacer es adaptarme a las circunstancias, y que para eso están las pastillas. Le digo que desde que estoy de baja laboral estoy más tranquilo.
-¿No debería también abandonar a mi familia?.
   No. Por lo visto tengo que tomarme las pastillas para volver a trabajar y ser un padre feliz.
- ¿Son efectivas esas pastillas?.
- En general sí, son muy modernas y con pocos efectos secundarios, pero no se puede garantizar nada.
- ¿Supongo que los laboratorios estarán trabajando para conseguir mejores pastillas?.
- Sí.
- ¿Pastillas que acaben con todas las pastillas?.
    Silencio.
- ¿Y supongo que también usted estará estudiando todo el día para ayudarme con diagnósticos certeros y pastillas salutíferas?
     Silencio.
     Me pregunta que si me tomaré el tratamiento. Le digo que sí. Me comenta que le parece que es mejor que mi caso lo lleve directamente Don Alejandro, el Jefe de Siquiatría. A mí me parece bien y no me opongo. A continuación me hace las recetas y le requiero el preceptivo informe. Que me lo enviará por correo. Eso espero.

Tantos años de luchas, de huelgas de asambleas y de conflictos para traer la anarquía, y resulta que es una cuestión farmacológica. La siquiatría trabaja por mí, el equipo de Salud Mental comunitario vela para que me adapte a la situación. Me voy con tres recetas que incluyen antidepresivos, ansiolíticos y vitaminas. Las compro y las tiro al contenedor de vidrio reciclable. La próxima cita dentro de dos meses.
   Neurótico yo. Hay que joderse.